Hoy entraremos a conocer un poquito más sobre nuestra flora bacteriana o microbiota intestinal. Como dato curioso para iniciar este artículo os voy a os comento (ahí va):
¿Sabías que tenemos tantas bacterias en nuestro intestino grueso, el colon, como células en el cuerpo? ¿O que el peso de estas bacterias igualan al peso de nuestro colon?
No es secreto para nadie a estas alturas afirmar que vivimos en simbiosis con cientos de miles de bacterias repartidas por distintas partes del cuerpo, ni creo que asombre a demasiada gente al decir que en nuestro intestino contenemos a miles de distintas especies. Quizás os encontréis más asombrados cuando os diga que se encuentran diferencias entre la microbiota -el tipo de bacterias presentes en cada individuo- de una persona con obesidad y otra con una alimentación saludable y en normopeso. De hecho, ¡incluso diferencias entre un hermano gemelo obeso y otro delgado!
Podemos afirmar también, gracias a la ciencia, que estos microorganismos están relacionados con una amplia gama de factores fisiológicos que benefician a nuestra salud y, por ende, a nosotros. Las bacterias que se presentan en nuestro colon deben ser aquellas relacionadas con una alimentación saludable y equilibrada. Estas funciones pueden ser:
- Antibióticas: compiten con otros patógenos por la fijación en la pared del intestino, por nutrientes o crean sustancias que inhiben (matan) a otras bacterias patógenas.
- Reducción de la probabilidad de cáncer de colon.
- Estimulan al sistema inmune.
- Fermentación de carbohidratos y ácidos grasos no digeribles por nuestro organismo, mientras que producen sustancias que facilitan la digestión y absorción de ciertos nutrientes.
- Participan en la fabricación y absorción de algunas vitaminas como la K, la B12, B3, entre otras, y aumentan la absorción de vitaminas, minerales y proteínas.
- Parecen estar relacionadas con la mejora de la enfermedad inflamatoria intestinal o síndrome de colon irritable.
- E incluso podríamos asociarlos a un estado emocional más relajado y beneficioso en trastornos por estados de ánimo que cursan con la ansiedad, por la liberación de ciertos aminoácidos.
Por esto, y muchas otras razones, considero que debemos darle una gran importancia al ecosistema que tenemos en nuestro tubo digestivo. Pero ¿y cómo lo cuido?
¿Qué puedo comer para favorecer la salud de estas bacterias?
Ahora es momento de entrar un poco en la práctica. Hay ciertos alimentos que estimulan la formación y el mantenimiento de esta flora bacteriana. De hecho, podemos ingerir estos microorganismos. Y, para ello, hablaremos sobre dos tipos de alimentos que poseen PREBIÓTICOS y PROBIÓTICOS, y sobre estos mismos.
Prebióticos
Empecemos con los prebióticos que, para dar una explicación rápida y sencilla, se trata de los nutrientes que alimentan a nuestra flora bacteriana; su alimento. Siendo un poco más concisos podríamos decir que se trata de carbohidratos que no podemos digerir, presentes en la fibra de las frutas, verduras, frutos secos, legumbres y demás productos vegetales, y que estas bacterias sí pueden aprovechar. Así pues, no me queda más que recomendarte comer mucha fruta y verdura, además de aumentar el consumo de productos vegetales.
Probióticos
Aquí hablamos de los microorganismos en cuestión. Sí, tal cual. El comer probióticos significa comer microorganismos; ¡pero no te alarmes! Estos son los mismos que los que posees en tu tracto digestivo, o deberías. Los alimentos donde se encuentran son, básicamente, productos fermentados como: yogures, kéfir, chucrut, encurtidos -aceitunas, pepinillos y muchos otros productos marinados en salmuera y almacenados para su fermentación-, tempeh, miso, té kombucha, kimchi. Además podríamos encontrar suplementos basados en microorganismos del mismo tipo y que se pueden adquirir sin receta ni prescripción. Aún así, recomiendo antes que pidas consejo a tu médico.
Por último me gustaría nombrar a los simbióticos, que son una combinación de ambos, probióticos y prebióticos. Podrían aumentar la supervivencia de estas bacterias que deben cruzar nuestro tracto intestinal, lleno de complicaciones químicas que les presenta la digestión.
Como conclusión te diré que es importante que comas más productos de origen vegetal, más concretamente, gran variedad de frutas y verduras, y que tomes algún producto fermentado como los nombrados -yogures, chucrut, seitán y encurtidos- aunque estos últimos con moderación por la alta presencia de sodio.